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¿Qué es el olor?
Desde el punto de vista químico, el olor es una sensación, una noción de
estímulo y percepción producida en el olfato por la interacción de una
sustancia orgánica con los receptores olfativos de los seres vivientes.
Dicha interacción depende en gran medida de la volatilidad de la
sustancia, ya que es necesario que las moléculas de la sustancia olorosa
pasen a una fase gaseosa para que puedan llegar a la nariz y así ser
percibidos; de igual forma, se requiere que puedan atravesar las
membranas de las células epiteliales de la nariz y llegar a los
receptores que enviarán la señal al cerebro, indicando la sensación del
olor. Un punto importante que deben cumplir las moléculas olorosas es
tener un peso molecular bajo, aunque se ha generado cierta controversia
en este punto puesto que hay moléculas, tales como los esteroides, que
poseen olor aunsiendo de gran tamaño. Otro aspecto en relación con el
tamaño de la molécula es su influencia sobre el mecanismo de la
quimiorrecepción, pues parece ser que cier tas incapacidades para
percibir aromas (anosmias) en los humanos aumentan directamente conforme
al tamaño molecular, lo que puede deberse a que las moléculas muy
grandes no tienen un buen acomodo en el sitio receptor.
¿Cómo percibimos los olores?
La percepción del olfato involucra tres aspectos importantes: la
intensidad, la descripción cualitativa y la apreciación del aroma. La
relación entre la concentración de un olor y la intensidad percibida es
bien conocida y sigue una distribución logarítmica común, al igual que
la de otros sistemas sensoriales. El umbral de detección del olor,
definido como la concentración mínima en que se percibe el estímulo,
puede ser hasta de partes por trillón para algunos aromas, pero esta
estimación varía de un aroma a otro hasta en unas cincuenta veces o más.
Cuando la descripción cualitativa se compara con la intensidad, se
presenta una ligera complicación; se cree que los humanos tienen la
capacidad de diferenciar hasta 10 mil olores diferentes, pero la mayoría
de nosotros solamente percibimos una fracción de ellos a lo largo de la
vida, por lo que a menudo la descripción de un olor varía de persona a
persona.
En la actualidad se conocen miles de olores; sin embargo, la apreciación
de un aroma es subjetiva, ya que se ve influenciada por aspectos
culturales o emocionales particulares, es decir, de cada sujeto; de
hecho, para algunas personas el mismo perfume puede ser agradable,
desagradable o indiferente. No obstante, los estudios fisiológicos
enfocados a esta área, basados en pruebas psicológicas, sostienen que
muchas sensaciones olfatorias dependen de unas cuantas emociones
primarias. Por ello –independientemente de la forma particular en la que
cada individuo percibe los olores–, se ha propuesto una sencilla
clasificación que postula siete aromas primarios: etéreo, alcanforado,
almizcle, floral, mentolado, picante y pútrido. Aunque ésta ha sido la
tipificación usualmente aceptada por los científicos, hasta ahora no hay
un “mapa de olores” que se ajuste a todos los individuos y que se
utilice por las industrias de la cosmética, perfumería y alimentaria.
Además, algunos reportes indican que las sensaciones primarias pueden
ser hasta cincuenta respuestas o más; sin embargo, es probable que a
pesar de que esa cantidad sea significativa, las que puede experimentar
el ser humano son solamente las propuestas arriba, argumentando que se
posee una cierta “ceguera” para el olor o una ausencia de receptores
adecuados para la identificación y caracterización de la molécula que
causa tal sensación.
El sentido del olfato
El sentido del olfato es una de las ventanas más sofisticadas a través
de la cual un individuo capta información del ambiente externo y por la
cual los seres vivos de cualquier especie son capaces de modificar su
comportamiento y establecer su gusto por determinados ambientes y
alimentos.
En el caso de los humanos, el aparato olfativo tiene varias diferencias
respecto del que poseen animales e insectos; incluso se puede decir que
nuestro sentido del olfato es extremadamente rudimentario comparado con
el de otras especies.
Probablemente esta curiosa diferencia se deba a que la especie humana ha
alcanzado a lo largo de su evolución un desarrollo más acentuado de los
demás sentidos y también de otras aptitudes, relegando en cierta forma
la capacidad olfativa, dando razón de por qué nosotros tenemos otras
forma de comunicación distintas de un “simple” sendero aromático.
Paradójicamente, el sentido del olfato de todos los mamíferos conserva
ciertas similitudes en la cavidad nasal, tales como su localización y
asociación con las vías respiratorias superiores, puesto que los
compuestos olorosos se hallan dispersos en el aire, y es así como logran
llegar a la nariz para alcanzar las células olfatorias y estimularlas.
Por su parte, la cavidad nasal se encuentra protegida en su totalidad
por una capa de células epiteliales y, curiosamente, sólo alrededor de
5% del epitelio que la cubre está relacionada con la función de detectar
e identificar los aromas. El epitelio olfativo mide 2.5 cm2 y contiene
aproximadamente cincuenta millones de células, mismas que albergan los
receptores químicos responsables de la identificación de los olores;
dichas células son estructuras provenientes del sistema nervioso
central.
Resulta interesante que el epitelio olfativo esté constituido de tres
capas principales de células: las células de soporte, que tienen la
función de aislar eléctricamente las neuronas; las células receptoras
del olfato, que son las responsables de la transmisión del estímulo, y
las células basales, que se encuentran en la parte más recóndita del
epitelio. Se puede decir entonces que el sentido del olfato no es más
que una serie de experiencias dependientes del funcionamiento cerebral y
que opera siempre mediante mensajes neuronales.
Algunos científicos consideran que el olor es una percepción que no
puede ser medida, en la que el sistema límbico (emocional) es el que
afecta la apreciación para clasificar el agrado o desagrado por los
aromas, además de que es inf luido por algunos aspectos de orden f
isiológico. Tomemos como ejemplo la comida. Cuando se está cocinando o
con hambre, el olor tiene una percepción grata; sin embargo, se vuelve
desagradable cuando ya se ha comido.
El mecanismo bioquímico del sentido del olfato
A diferencia de la vista, que se explica en función de las leyes
fundamentales de la óptica, o de la audición, entendida por fenómenos
armónicos, el sentido del olfato tiene aún ciertas incógnitas. La
percepción de los aromas, así como el sistema olfativo en general, es de
los mecanismos biológicos menos estudiados, probablemente por su
localización y, por ende, por su dificultad para reproducirse en un
laboratorio. Pese a ello, en el campo de la bioquímica se especula que
la generación del impulso nervioso como respuesta a una molécula capaz
de producir un aroma es el resultado de una variación de voltaje en la
membrana celular, originado por una alteración en los niveles de
monofosfato de adenosina cíclico o inositol trifosfato, proceso químico y
eléctrico bien conocido que permite postular tres mecanismos
hipotéticos mediante los cuales se puede llevar a cabo la traducción del
mensaje olfativo: a) por la apertura directa de los canales iónicos alcontacto con la molécula del olor, b) por la alteración de la fluidez de la membrana al interactuar los receptores con los aromas, y c) por una transmisión indirecta del olor, a través de proteínas receptoras ligadas a rutas, dependiente de segundos mensajeros.
Algunos estudios recientes han revelado que el código de olores es
diferenciado por múltiples receptores, y que diferentes olores se
reconocen por sus distintas combinaciones, de modo que la selección no
es específica, sino que se sitúa en un nivel molecular; a tal selección
se le ha denominado reconocimiento odotópico. Tal hipótesis ha sido
ampliamente aceptada por dos sencillas razones: la primera es que no
podrían existir millones de proteínas receptoras, una para cada olor, y
la segunda se basa en estudios electrofisiológicos en los que se ha
encontrado que una neurona olfativa responde a otras moléculas olorosas
de estructura química diferente.
Adicionalmente se ha sugerido que existe agonismo o antagonismo entre
los olores y sus receptores en el epitelio olfativo; así, hay una
competencia entre las combinaciones de aromas frente a los agonistas
para activar un receptor neuronal, o entre agonistas y antagonistas para
bloquear una neurona. La incapacidad de un agonista para fijarse en un
sitio receptor y activar lo consti tuye uno de los mecanismos más
efectivos para provocar una disminución en la percepción del olor; dicha
reducción puede considerarse como supresión del olor, y es lo que
comúnmente se pretende hacer mediante cier tas formulaciones que
enmascaran los sabores y olores desagradables, como ciertos alimentos, medicinas, cosméticos o productos de limpieza.
Teorías del olfato
Se han propuesto diversas teorías para comprender el funcionamiento
biológico de diferenciación del sentido del olfato, tratando de dar una
explicación coherente y plausible del modo en que interactúan los olores
y los receptores olfativos; sin embargo, debido a la carencia de
conocimiento en este campo, muchas de ellas han fracasado o no han sido
adecuadamente demostradas. La teoría más aceptada para tal fin es la
teoría estereoquímica, que involucra la relación de la estructura
tridimensional de la molécula con las propiedades olfativas de los
compuestos. Esta teoría se basa en la idea de que los grupos funcionales
presentes en una molécula odorífica tienen distintos tamaños, y que
mediante un mecanismo similar al modelo enzimático “llave-cerradura”, se
puede reconocer la distribución electrónica de un compuesto asociado a
un olor característico, siempre y cuando ambas partes coincidan con el
arreglo conformacional y una distribución espacial específica.
Olor y estructura molecular
En el ámbito de la investigación farmacéutica, cosmética y de al
imentos, la int roducción de nuevos compuestos con propiedades
biológicas activas de interés implica un alto costo, ya que requiere
técnicas y métodos de laboratorio que, además, necesitan procesos de
control y regulación. Por ello se ha venido desarrollando recientemente
una metodología para el estudio de nuevos compuestos con cualidades
incluso personalizadas, pero que evita una gran inversión económica, ya
que el objetivo se logra a través de métodos computacionales que
permiten correlacionar la estructura química con la actividad biológica.
Estas técnicas hacen posible un análisis adecuado de la estructura
molecular, bajo el precepto de que tal relación implica la pertenencia
al mismo tipo de estructura y, por consiguiente, a la misma clase de
aroma. Así, el diseño computacional de fragancias reúne en el campo de
la investigación las bases de la ciencia, la experiencia y el instinto,
que se conjugan como si se tratara de una fantasía creacional. A la
fecha hay varias reglas para crear agentes odoríficos basados en la
estructura química de las sustancias. A continuación se presentan unos
cuantos hallazgos de cómo la estructura puede emplearse para predecir o
simplemente especular acerca del aroma que un cierto compuesto puede
provocar.
Ambergris
Es una fragancia de origen animal secretada en el estómago o tracto
intestinal de la ballena y que se libera al mar en forma de una masa
rocosa de color grisáceo a negro. Cuando se expone a la luz, al aire y
al agua marina, el material se degrada a un color amarillo cremoso, al
mismo tiempo que se oxida su principal componente, el alcohol
triterpénico ambreina. De acuerdo con el análisis estructural de las
propiedades olfativas se ha logrado establecer que debe haber un anillo
de trans-decalina dentro de la molécula para dar esta clase de aroma.
Almendras amargas
Este grupo de olores ha sido el modelo por excelencia en los estudios de
la relación estructura-actividad, puesto que tiene un olor bien
definido. Las moléculas clásicas poseedoras de dicho aroma son el ácido
cianhídrico y el benzaldehído, ambos producidos por la hidrólisis de la
amigdalina, que es uno de los componentes de las almendras amargas. Sin
embargo, si se compara la estructura de ambos compuestos se puede
deducir una gran variabilidad estructural, por lo que después de ciertos
estudios computacionales se ha logrado establecer que este aroma debe
tener un núcleo aromático; cuando los dobles enlaces se encuentran
conjugados con grupos funcionales, el aroma se intensifica.
Alcanforado
Los aromas alcanforados se han popularizado por su presencia en
productos tales como los ungüentos para tratar resfriados y en antiguas
formulaciones de repelentes de polillas. La molécula líder responsable
de este olor es el alcanfor, que se puede obtener de forma natural a
través del aceite de madera o en el laboratorio, a partir del pineno.
Floral
Las fragancias florales son de las más interesantes dada su gran
aceptación por parte de la mayoría de las personas, sobre todo de las
mujeres, quienes dominan la industria del perfume. Se pueden usar
cientos de diferentes notas florales, siendo las más importantes la
rosa, el jazmín y el lirio de los valles. De estos tres solamente se han
realizando análisis de estructuraactividad con los dos últimos, puesto
que el perfume de rosas es un olor complejo. No obstante, se ha logrado
revelar ciertas características moleculares para los olores florales;
por ejemplo, sustituyendo anillos de tamaño mediano con grupos
funcionales del tipo del alcohol, aldehído, éster o éter.
Frutal
De las fragancias frutales más utilizadas los ésteres forman parte del
grupo de compuestos que más se ha estudiado. Se sabe que la intensidad
del olor depende considerablemente de la naturaleza de la porción ácida y
alcohólica; para los ésteres alifáticos se ha propuesto que aquellos
con más de ocho átomos de carbono tienen aromas frutales intensos, y
adicionalmente se ha sugerido que las insaturaciones en la proximidad de
la función éster reducen el peculiar tono frutal y agregan sensaciones
herbales. Por su parte, los olores a uva, frutas rojas, melón y otros de
percepción similar se producen cuando ciertos compuestos azufrados
tienen bajas concentraciones; de hecho, muchos compuestos orgánicos
volátiles de este tipo se utilizan enormemente en la industria de
bebidas y alimentos, y no simplemente para productos derivados de
frutas, sino para la carne, pan, papas, cerveza y café.
Herbal
Esta vasta familia de fragancias ha sido objeto de muy pocos estudios
que relacionen la estructura con el aroma, probablemente porque este
aroma es muy difícil de definir. La nota herbal alude tanto al follaje
verde de las hojas, tallos y frutos verdes, como al pasto recién
cortado. La principal sustancia vinculada con este olor es el
cis-3-hexen-1-ol, muchos de cuyos derivados se han introducido en la
industria de los sabores y fragancias desde 1960.
Musk
Los aromas del tipo musk son de los más interesantes en el ámbito de la perfumería por dos razones: su gran capacidad como
fijador y sus propiedades características. Son olores considerados
cálidos, sensuales y a la vez naturales. Este aroma está químicamente
bien definido y abarca cuatro diferentes grupos: macrocíclos
nitrogenados, no nitrogenados, bencenoides y esteroidales.
Maderas
En este grupo se incluyen las fragancias derivadas de los aceites
esenciales de varios tipos de árboles, como el cedro y el sándalo, y
algunos provenientes de hojas como el pachuli y el vetiver. Generalmente
son compuestos bicíclicos o tricíclicos de 12 a 17 carbonos y con un
grupo funcional alcohol o éster.
El desarrollo e innovación de las fragancias puede en algunos casos
considerarse como un capricho meramente placentero, sin embargo, el
estudio racional de la relación estructuraactividad de los olores ha
permitido comprender algunas semejanzas estructurales en las moléculas
de los aromas.
Quizás el enigma del olor entraña, más allá de la fisiología cognitiva,
ciertos procesos de comunicación, comportamientos antropológicos y,
sobre todo, un mundo de comunicación química que aún está por
descubrirse.
tu blog es muy buenopero no sirve para refere
ResponderEliminarnciar