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Si una pelota playera roja y brillante viene girando hacia uno, se ve
su color, su forma y su movimiento, todo a la vez—pero el cerebro se
ocupa de cada una de estas características por separado", explica.
Las neuronas
son máquinas de cómputos relativamente lentas, dice Nathans, un
investigador del HHMI, en la Facultad de Medicina, en la Universidad
Johns Hopkins. "Les lleva varios milisegundos recibir un estímulo y
generar otro. Sin embargo, se pueden ver cosas en una fracción de
segundo, el tiempo para no más de 100 pasos sucesivos. Por esto mismo,
el sistema requiere de un procesamiento paralelo".
El día que se enteró de los nuevos descubrimientos sobre cómo vemos en
blanco y negro, Nathans se interesó en cómo vemos en colores. Era 1980, y
él era estudiante en la Facultad de Medicina de Stanford, recuerda
cuando Lubert Stryer y Denis Baylor, ambos en Stanford, describieron sus
notables descubrimientos acerca del funcionamiento de las células de tipo bastón.
Las células de tipo bastón—una de las dos clases de células fotorreceptoras
de la retina—nos permiten ver a la luz suave de las estrellas durante
una noche brumosa. "Baylor mostró que las células de tipo bastón
consiguen lo que es fundamental para la sensibilidad a la luz—poder
responder a un único fotón
o partícula de luz", dice Nathans. "Fue un experimento hermoso". (El
trabajo de Baylor fue realizado en colaboración con Trevor Lamb y
King-Wai Yau).
Entonces, Stryer explicó cómo la rodopsina,
la proteína receptora sensible a la luz que está presente en las
membranas de los discos de las células de tipo bastón, anuncia la
llegada de este pequeño pulso de luz a la maquinaria de señalización
dentro de la célula. Stryer había encontrado que la rodopsina sólo podía
hacer esto con la ayuda de una intermediaria, llamada proteína G, que
pertenecía a una familia de proteínas que ya era conocida por los
bioquímicos, gracias al estudio que ellos habían hecho sobre cómo las
células responden a las hormonas y a los factores del crecimiento.
Inmediatamente, Nathans se dio cuenta que esto significaba que la
estructura de la rodopsina misma podía ser similar a la de los receptores
de las hormonas. Comenzó a jugar en su mente con las posibilidades. "Y
corrí, literalmente corrí, a la biblioteca y empecé a leer sobre la
visión", dice.
Hasta entonces, Nathans había estado estudiando la genética de las
moscas de la fruta. Pero al leer la publicación del biólogo George Wald,
de la Universidad de Harvard—una transcripción de la conferencia de
Wald, sobre "La base molecular de la excitación visual", durante la
entrega del Premio Nobel de 1967—Nathans tomó un rumbo diferente.
Resolvió hacer lo que el mismo Wald había deseado hacer 40 años antes:
encontrar las proteínas receptoras de la retina que responden al color.
Las células de tipo bastón sólo permiten la visión en la luz débil y no
perciben los colores. "Levántese una noche de luna oscura y mire a su
alrededor", sugiere David Hubel de la Facultad de Medicina de Harvard,
galardonado con el Premio Nobel por su investigación sobre la visión. "A
pesar de que pueda ver algunas formas bastante bien, los colores
estarán completamente ausentes. Es notable cómo pocas personas se dan
cuenta de que no necesitan de la visión de color para poder ver con luz
débil".
Pero la retina humana también contiene otro tipo de célula
fotorreceptora: los conos, los cuales operan con luz brillante y son los
responsables de la gran agudeza visual, además de la visión de los
colores.
Los conos y bastones forman un mosaico desigual dentro de la retina, con
bastones que generalmente exceden en número a los conos, en una
relación de 10 a 1, excepto en el centro de la retina o fóvea.
Los conos están sumamente concentrados en la fóvea, un área que Nathans
llama "el milímetro cuadrado de tejido más valioso del cuerpo".
A pesar de que la fóvea es esencial para una vista excelente, es menos
sensible a la luz que la retina que la rodea. Por ello, si deseamos
detectar una estrella débil en la noche, debemos fijar la vista
ligeramente hacia el costado de la estrella para proyectar su imagen
sobre los bastones, que son más sensibles, ya que la estrella emite una
luz que es insuficiente para activar a un cono.
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