http://www.youtube.com/watch?v=VTgL2mSlPgw
Los radicales libres son átomos o grupos de átomos que tienen un
electrón(e-) desapareado en capacidad de aparearse, por lo que son muy
reactivos.
Estos radicales recorren nuestro organismo intentando robar un electrón
de las moléculas estables, con el fin de alcanzar su estabilidad
electroquímica.
Una vez que el radical libre ha conseguido robar el electrón que
necesita para aparear su electrón libre, la molécula estable que se lo
cede se convierte a su vez en un radical libre, por quedar con un
electrón desapareado, iniciándose así una verdadera reacción en cadena
que destruye nuestras células. La vida biológica media del radical libre
es de microsegundos; pero tiene la capacidad de reaccionar con todo lo
que esté a su alrededor provocando un gran daño a las moléculas y a las
membranas celulares. Los radicales libres no son intrínsecamente malos.
De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas para
luchar contra bacterias y virus. Los radicales libres producidos por el
cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados
fácilmente por nuestro propio sistema. Con este fin, nuestro cuerpo
produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las
encargadas de neutralizarlos. Estas enzimas tienen la capacidad de
desarmar los radicales libres sin desestabilizar su propio estado.
Las reacciones químicas de los radicales libres se dan constantemente en
las células de nuestro cuerpo y son necesarias para la salud. Pero, el
proceso debe ser controlado con una adecuada protección antioxidante. Un
antioxidante es una sustancia capaz de neutralizar la acción oxidante
de los radicales libres, liberando electrones en nuestra sangre que son
captados por los radicales libres convirtiéndose en moléculas
inestables.
Nuestro organismo está luchando contra los radicales libres cada momento
del día. El problema para nuestra salud se produce cuando nuestro
organismo tiene que soportar un exceso de radiales libres durante años,
producidos mayormente por contaminantes externos que penetran en nuestro
organismo productos de la contaminación atmosférica, el humo del
cigarrillo que contiene hidrocarburos aromáticos polinucleares, así como
aldehídos que producen distintos tipos de radicales libres en nuestro
organismo. El consumo de aceites vegetales hidrogenados tales como la
margarina y el consumo de ácidos grasos trans como los de las grasas de
la carne y de la leche también contribuyen al aumento de los radicales
libres.
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